Navidad CompartidaNavidad Compartida

Relato publicado como parte de la serie de cuentos Navideños del periódico MURAL de Guadalajara – Deciembre 23, 2023.

                                                                      Crédito Ilustración: Adi Rivera. 

                                                                           

 Navidad Compartida.


Saco del clóset las luces, el pequeño nacimiento, el arbolito, y una ola de recuerdos me golpea; una ola que me muestra dos Navidades distintas, una con papá y otra con mamá. Quizá la mudanza me ha puesto sentimental, me digo, y mientras me dispongo a decorar el living recuerdo las Navidades con papá.



Almorzábamos juntos en su departamento de soltero, que a veces decoraba con un arbolito y pocas luces. Compraba pollo rostizado, papas fritas y Coca Cola y comíamos en silencio, y el resto de la tarde me entretenía con una película infantil mientras él trabajaba en su estudio. Cuando la tarde amenazaba con la oscuridad era momento de despedirnos. No recuerdo que papá hubiera hecho algún intento por pasar más horas conmigo, al contrario, miraba el reloj y determinaba que el tiempo había concluido, como si se tratara de una ocupación con horario específico. El trabajo de papá divorciado tenía un término al que nunca me atreví a pedir extensión. Creo que desde muy niña entendí que el tiempo que me dedicaba era todo lo que él podía darme.


Con mi madre las navidades eran distintas. La fiesta duraba un mes. La casa adornada, los regalos bajo un árbol enorme de cuyas raíces nacía y se iluminaba una hermosa ciudad blanca con un pesebre en la mitad: José, María y el niño Jesús; esa escena me provocaba la pregunta que nunca me atreví a hacer, por qué nosotros tres no podíamos pasar juntos aunque fuera solo en Navidad.


No tengo recuerdos de la separación de mis padres, pero imagino que desde entonces dejaron de hablarse. Cada uno vivía en su casa y yo con mi madre. Esa era mi normalidad, ver a papá a veces los domingos y sobre todo en Navidad.


A pesar del divorcio de mis padres y de la distancia entre ambos, cuando pienso en uno, la memoria me conecta con el otro.


La ola de recuerdos, como cualquier ola, pierde su fuerza y se desvanece al chocar con la orilla y la orilla soy yo. Termino de acomodar los adornos en el living de mi nuevo hogar. Es la primera Navidad que pasaré lejos de ambos, construyendo mis propias memorias, sin tener que dividirme entre dos casas.



                                                                                                                                                   María Fernanda Rodríguez.