Septiembre 2022 – España Revista digital BIKINIBURKA.
Eres una persona extrovertida, sociable y extremadamente entretenida. Tu risa y tu voz resuenan en el salón llenando el lugar. Hasta las miradas más lejanas voltean para observar a quién pertenece esa melodía que se escucha de fondo.
De repente te retiras la máscara y detrás de esa persona súper fabulosa, que sobresale mostrando lo social que es, alguien más se esconde; alguien que aparece cuando las cosas no salen a su manera, cuando el orgullo le gana y le incapacita ver los intereses de los otros, cuando siente que ha perdido la atención de sus espectadores porque nada se ajusta a lo que dice o piensa.
Entonces comienza el show: quejas, llanto, berrinche. No estás en paz hasta que los hechos se ajustan a tus deseos y al fin llamas la atención. En un instante te conviertes en la “arquitecta” de una tormenta de frases, de ideas que van formando una realidad paralela. Te ajustas al guión sin darte cuenta de que los espectadores, de ese gran teatro, van dejando sus corazones rotos. Disparas y, caigan donde caigan las balas, sabes que matarás inocentes.
Crees que a la fuerza es la única manera de recuperar la atención.
Cuando la tormenta está en el pico más alto, y tu actuación estelar ha capturado la atención, entonces te apagas; esperas a que todo se calme. Las cortinas de tu gran teatro se cierran; inclinas la cabeza y, por supuesto, atribuyes la culpa a alguien más, porque tú, dices, odias el drama. Regresas a tu estado fantástico y adorable; muestras tu mejor sonrisa; tus dientes tan blancos y parejos han dejado su apariencia carnívora, lobesca si es que existe esa palabra y sino contigo se inventa.
Eres la eterna actriz en busca de aprobación, pero tu complicada personalidad y tu status of being the drama queen, provoca que las personas que más te importan, se alejen. Intentas sacarte el disfraz, remover de tu cabeza esa corona pesada y quedarte en tu modo fabulosa y entretenida, pero piensas en la frase principal de tu papel de drama queen: «la que nace reina no puede morir princesa» y entonces tu ciclo vuelve a comenzar.
María Fernanda Rodríguez