Febrero 2023 Canadá Periódico CORREO Canadiense.

Es viernes y una salida con amigos parece inminente. El lugar que se concuerda es un Pub. Un bar y restaurante, dirías tú, pero en Canadá es un Pub.

 

Están todos sentados en una mesa redonda con la ilusión de compartir un buen momento. Ponerse al día e intercambiar chistes viene bien antes de la comida, pero también llega la hora de ordenar las bebidas y tú, respiras profundo porque sabes que con ello viene también la vergüenza, la incomodidad. Miras alrededor de la mesa y siempre te sorprende lo fácil que a los demás se les hace ordenar una bebida alcohólica bien fría: vino, cervezas, micheladas, cócteles, etc. La variedad es vasta. Hay dos páginas en el menú para elegir licores de diferentes colores y con nombres muy originales: mimosas, coquetier, monkey glad…en fin, tus compañeros de tertulia ya saben con cual empezar. Cuando llega tu turno, y luego de revisar el menú por ambos lados sin encontrar aquello que realmente te haría feliz en ese momento, le dices al mesero que se acerque y en un susurro pides «té». Esa palabra de una sola sílaba, que con seguridad ahí nadie pronunciaría y ante la cual él te mira incrédulo, tienes que repetirla para confirmarle que aquello que ha oído es verdad. Has pedido un té caliente y ahí comienza la vergüenza.

 

El invierno es implacable y a pesar de tu gusto por el clima de Toronto en estas fechas hay que admitir que, durante toda la temporada de frío, a ti solo se te antojan las bebidas calientes y a eso sumarle que eres abstemia. Serlo te expone a una serie de preguntas que a veces no sabes cómo responder; ni estas embarazada, ni eres una alcohólica en proceso de recuperación. No necesitas otra respuesta que no sea «es que yo no tomo» y además, cuando bebes algo frío tu cuerpo parece que se congelara y tomar líquidos a esa temperatura te provoca malestar estomacal. No puedes dar más explicaciones; todo parece absurdo, pero en realidad es muy simple «nada frío y sin alcohol».

 

Tus opciones son pocas, por no decir poquísimas, en época de invierno en un Pub. Ni té de sabores, ni hot chocolate, ni lattes. Sin embargo, el mesero te hace un guiño y, luego de las risas y los chistes que has causado en la mesa con el pedido, te trae el té para que puedas alzar la taza humeante y chocar, aunque discordante, con las copas repletas de vino y los cerveceros escarchados de frío.

 

Con tu brazo levantado buscas reivindicar la normalidad de brindar también con una bebida caliente y sin alcohol, para que una taza de té no se intimide frente a un grupo de copas.

 

Lo tuyo no es una manía, es más una forma de ser, y aunque, a veces, crees que eres la única, tienes la esperanza de encontrar alguien a quien, todo esto que dices, le suene a desahogo y afirme, sin miramientos, «A veces, a mí también me pasa».   

 

 

 

María Fernanda Rodríguez

 

 

 

 

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